¿Quién mejor que Carl Rogers para hablarnos de las habilidades básicas del terapeuta?
Os dejo con un extracto de “ El Poder de La Persona”:
“Existen tres condiciones para este clima promotor del crecimiento, ya sea en la relación terapeuta y cliente, o padre e hijo, o líder y grupo, maestro y estudiantes, administrador y personal; de hecho, en cualquier situación en que el objetivo es el desarrollo de la persona.
“La primera se refiere a la genuinidad, autenticidad, congruencia. Mientras más la terapeuta es ella misma en la relación, sin poner fachadas personales o profesionales, mayor es la probabilidad de que el cliente cambiará y crecerá de una manera constructiva”.
“La segunda actitud es la aceptación, aprecio o estimación –la aceptación positiva incondicional. Esto quiere decir que un movimiento o cambio terapéutico es más probable cuando la terapeuta está experimentando una actitud positiva, aceptante hacia cualquier cosa que el cliente es en ese momento”.
“El tercer aspecto facilitador es la comprensión empática. Esto significa que la terapeuta capta con precisión los sentimientos y significados personales que están siendo experimentados por el cliente y comunica esta comprensión al cliente. En sus mejores momentos, la terapeuta está tan metida en el mundo privado de la otra persona que puede clarificar no sólo los significados de los cuales el cliente es consciente, sino también aquellos que están justo por debajo del nivel de consciencia. Cuando ella responde a este nivel, la reacción del cliente es de este modo: “Quizás esto es lo que he estado tratado de decir. No me había dado cuenta de ello, pero sí ¡esa es la manera como yo me siento!”.
“Podrías muy bien preguntar por qué una persona que busca ayuda cambia positivamente cuando participa en una relación con una terapeuta que tiene estas características. A través de los años yo he llegado a ver con más y más claridad que el proceso de cambio en el cliente está en reciprocidad con las actitudes de la terapeuta”.
“A medida que el cliente encuentra a la terapeuta escuchando sus sentimientos en una forma aceptante, él se vuelve capaz de escucharse a sí mismo con aceptación, de oír y aceptar el enojo, el miedo, la ternura, el valor que está experimentando. A medida que el cliente encuentra a la terapeuta estimándolo y valorándolo aún en los aspectos ocultos y horribles que han sido expresados, él experimenta una estimación y gusto por sí mismo. A medida que la terapeuta es experimentada como real, el cliente es capaz de tirar las fachadas para ser más abiertamente la experiencia interna”.
“Al escuchar sus sentimientos internos, el cliente reduce el poder que otros han tenido para inculcarle culpas, miedos e inhibiciones y poco a poco aumenta la comprensión, el control sobre sí mismo. A medida que el cliente es más aceptante de sí mismo, se vuelve más y más grande. El cliente se posee a sí mismo en un grado que nunca antes se había dado. La sensación de poder está creciendo. Conforme el cliente se va haciendo más consciente de sí mismo, más aceptante de sí, menos defensivo y más abierto, él encuentra por fin algo de la libertad para crecer y cambiar en las direcciones naturales del organismo humano. La vida está ahora en sus manos para ser vivida como un individuo”.