¿Y si revisito mi etapa intrauterina?
«Cada ser humano tiene cuatro dotes: autoconciencia, conciencia, voluntad independiente e imaginación creativa. Estos nos dan la máxima libertad humana … El poder de elegir, responder, cambiar». Stephen Covey.
Encuentra un momento y un lugar en el que puedas estar contigo mism@ un rato.
Acomódate y cierra tus ojos.
Tu atención es como un foco de luz.
Alumbra primero con ella tu respiración y luego ve dirigiéndola, zona a zona, por todo tu cuerpo: pies, piernas, tronco, brazos, manos, hombros, cuello, cabeza, rostro.
Vuelve a atender a tu respiración. Nota la relajación en tu cuerpo. Nota como vas entrando en tu mundo interior.
Date permiso para imaginar que estás en un escenario: el útero de tu madre en el momento en que lo habitabas.
Implica tus sentidos en la experiencia: ¿Qué ves? ¿Qué oyes? ¿Qué hueles? ¿Qué tocas? ¿Qué sensaciones te van llegando? ¿Qué postura tienes? No juzgues, solo siente. Mantente aquí por unos instantes, tanto como necesites para lorgar sensaciones sentidas de habitar ese lugar antes de tu nacimiento. Puedes observar lo que pasa sin juzgarlo, con curiosidad, con compasión.
Desde tu “yo observador” transmite a ese “mi yo antes de nacer”: mensajes de merecimiento; de plenitud y de abundancia; de permisos para vivir su propia vida; de amor a lo que ES sin condicionamientos.
Deja que esos mensajes lleguen a este ser que eras antes de nacer, facilita que los asimile y que se graben en su memoria para que, hoy y para el resto de tu vida, también sean parte de tu autoconciencia.
Podría ser interesante imaginar cómo sería vivir con estos mensajes más presentes hoy.
Cuando lo sientas, sal del ejercicio poco a poco, moviéndote lentamente, estirándote y abriendo los ojos muy poquito a poco.
Si te va bien, escribe alguna nota sobre lo vivido en el ejercicio.