Imagina que eres un jugador de fútbol que ocupa la posición de delantero y esperas que te llegue el pase perfecto, ese que te deja mano a mano frente al portero rival. Sin embargo, de la misma forma que puede suceder en la vida, ese pase puede no llegar nunca o hacerlo de forma tan compleja que resulte casi imposible de controlar.
¿Qué hacemos entonces?
Podemos estar quejándonos todo el tiempo de lo poco hábiles que son nuestros compañeros de equipo por ser incapaces de hacernos llegar un balón en buenas condiciones. Entendiendo que esos compañeros de equipo representan las circunstancias externas de la vida en esta metáfora… algo que escapa a tu control.
Además de quejarme ¿puedo hacer alguna otra cosa?
La mejor opción tal vez sea hacer lo que buenamente puedas con lo que te ha llegado. Precisamente lo que hacen los buenos delanteros en el futbol. Si el balón no llega hasta donde están ellos tampoco les importa ser ellos los que vayan a buscarlo. Un jugador debe adaptase a las circunstancias cambiantes.
En eso consiste la vida en hacer lo que podemos con aquello que tenemos.
¡Eso es vivir!