Muchas parejas que avanzan y se desarrollan en esta aventura de la vida suelen estar constituidas por un par de cómplices. Hasta cierto punto se podría decir que sois cómplices si:
-Os presentáis con el “nosotros” mucho más que con el “yo” (cuando el yo aparece repetidamente el tu desparece en la niebla)
-Vuestra relación está basada en la confianza (lo que antiguamente se llamaba fe compartida)
-Colaboráis, sin necesidad de competir (competir podemos dejarlo para otros menesteres)
-Juntos sumáis (probablemente más que de una suma se trata de una multiplicación)
-Podéis mostraros y comunicaros tal cual sois (no necesitáis máscaras ni disimular frente al otro)
-Os une vuestro amor y no otros intereses (vuestra relación no es un negocio)
-La relación se construye día a día desde la parte adulta de ambos miembros (no desde los egos infantiles)
-Cada uno puede mostrar al otro su parte más vulnerable sin miedo a ser herido
-Juntos podéis transgredir sin ningún miedo las costumbres familiares, sociales y culturales.
Hay otros muchos “secretos” que cada cual debe descubrir por sí mismo en este universo infinito que es la pareja.
A nosotros nos gusta creer que la pareja es la terapia más potente que existe. (Desde nuestro punto de vista en ningún otro lugar llegaremos a aprender tanto)