Este artículo es una reflexión sobre la innata capacidad humana de mostrarse y de apostar. Apuesta que parece ir orientada a ganar algo: amigos, clientes, recursos, conciencia, etc. Un “talento” que cada cual debe descubrir, aunque difiera en grado de unos a otros. Y que puede ser utilizado como diversión, para crear belleza, como denuncia social o para cualquier otra variante que alcancemos a imaginar.
Convengamos antes que nada que en este plano -somos humanos- difícilmente vamos a estar en posesión de alguna “verdad absoluta”, pero tal vez sí tengamos acceso a algunas verdades parciales. Es en este punto donde podemos mostrar nuestro lado “artístico-creador”, al compartir lo que sentimos que es “nuestra verdad”.
¿Qué sucede cuando la sociedad que nos rodea -con sus poderes- bloquea nuestra expresión? Diría que nos silencia a todos, con independencia de nuestros gustos, afinidades o preferencias. Por supuesto que me estoy refiriendo a nuestro pequeño mundo occidental y a aquellos lugares en los que la libertad de expresión todavía aparece como derecho fundamental.
Es probable que cuando en una sociedad aparezca la censura sea un indicio de que está enviando a las tinieblas algo que le molesta ver o escuchar. Resulta paradójico que aquello que la cultura trata de ocultar en la profundidad de los abismos habitualmente acabe adquiriendo muchísima más fuerza al surgir por otro lugar.
Por esa razón resultan tan importantes los “artistas”, suelen mostrar lo que la sociedad oculta, al comportarse como una especie de inconsciente colectivo que es capaz de saltar por encima de los poderes del mundo.
¡Apostemos por un mundo de artistas y por ese “artista-creador” que todos llevamos dentro!