Llevar el nombre de un antepasado supone estar, aunque no seamos conscientes de ello, muy ligados para bien o para mal a dicho ancestro.
Esta revista digital lleva el mismo nombre de un blog que en el pasado adquirió mucha notoriedad, entre otras cosas, por difundir las enseñanzas de Alejandro Jodorowsky. Somos los mismos pilotos de aquella aventura, con más años, pero con idénticas ganas de continuar aprendiendo.
¿Significa que vamos a repetir el mismo guión? ¿Vamos a volver a presentar la misma película ya conocida? ¿Nos rodearemos de idénticos colaboradores? Incluso sería posible pensar que: ¿transformamos la imagen exterior para no cambiar en nada a nivel de contenidos?
Aunque el peligro de la repetición parece obvio (por llevar el mismo nombre) a estas alturas ya sabemos que segundas partes nunca fueron buenas, sobre todo si se plantean como copias idénticas de la versión original. Por esa razón, a pesar de que al cerebro reptiliano (que todos tenemos) le gusten los caminos seguros, nuestra propuesta es salirnos de ellos y avanzar hacia puertos desconocidos. Otra cosa distinta puede que sea lo que suceda en ese camino que vamos a ir construyendo paso a paso…
Nadie puede negar que lo verdaderamente creativo suele tener un punto de locura y de desafío a las reglas establecidas. Ciertamente es más cómodo caminar por senderos apacibles, donde no haga frío ni calor (pero ya sabemos que de esos parajes no brota nada realmente valioso)
Un último consejo inspirado por la sabiduría sufí: “no pierdan el tiempo en algo que no les aporte nada.” Aplíquenlo también a esta revista, porque esa pérdida de tiempo es el único pecado del que poder arrepentirse en el futuro.
Si se quedan: ¡abróchense los cinturones!