Sobre la confusión informativa
Apuntes sobre la incomunicación y la manipulación informativa
Podríamos partir de que el ideal del buen periodista es contar su “verdad”, aunque nunca pueda contar la verdad con mayúsculas porque nadie la tiene. Sin embargo cuando acepta trabajar como “periodista de partido” solo podrá explicar una parte de lo que ha visto. (Partido = parte)
Algo muy observable, no se necesita creer en ello, es que cualquier mentira cuando se repite el suficiente número de veces pasa a convertirse en algo que tiene visos de credibilidad. Si además ponemos algo de nuestra parte, pequeñas verdades pueden ser utilizadas como ganchos para explicarnos enormes falacias. El coctel lo completará la imagen que siempre estará al al servicio del mensaje que quieran transmitirnos.
Polarizar es un mecanismo que se usa para decidir y explicar quienes son los “buenos” y quienes los “malos” en cualquier relato. (Posiciones intercambiables -la de buenos y malos- en función del medio que vaya a emitirla) También exagerar sin límites o negar lo que resulta evidente es otro de los métodos habituales de desinformación que podemos encontrarnos a diario.
Después de todo lo dicho habrá que reconocer que es muy difícil alcanzar un buen equilibrio informativo. Parece evidente que a la “desinformación” se puede llegar tanto a través de la escucha de un solo medio (información parcial), como por el seguimiento de todos los disponibles a la vez (dado su efecto multiplicador y disgregador)
En un Mundo con más de siete mil millones de personas deberíamos preguntarnos por qué los medios solo muestran dos o tres grandes titulares por día repetidos hasta la extenuación. También están de moda las ideas conspirativas, que pueden ser igualmente parciales y llegarnos desde cualquier lugar. Los sufís alertan de que cosas que parecen ser enemigas irreconciliables en realidad -desde otro punto de vista- están trabajando juntas. ¿Cuántas de estas ideas “conspiranoicas” son usadas como comodines para negar lo obvio o para esparcir rumores interesados?
Aunque el ideal sea que ningún periodista debería prestarse a “cocinar” para otros la realidad que necesitan vender, lamentablemente vivimos en un mundo en el que el periodista no es libre (trabaja para algún medio concreto y debe plegarse a condiciones que no son las suyas)
Dado que somos los consumidores finales de estas noticias, de nosotros -o de ese periodista que todos llevamos dentro- va a depender darles mayor o menor credibilidad.