El manual tenía una breve introducción en la que señalaba que vivimos en un planeta muy complejo en el que las cosas no son casi nunca lo que parecen. Aconsejaba, frente a cualquier vicisitud, la lectura del siguiente decálogo:
1.- ¿Conoces algo de su trayectoria profesional, currículo, publicaciones, etc.? ¿Alguien te ha hablado bien? A pesar de que no existen garantías hay que reconocer que la mejor publicidad suele llegar del “boca a boca”.
2.-¿Qué sabes sobre su formación, sus años de experiencia, incluso alguna otra referencia que puedas considerar positiva? ¿Has leído alguno de sus libros, artículos si los tiene, escuchado alguna ponencia o podcast en las redes?
3.- Además de utilizar la intuición se aconseja añadir algo de sentido común. No pasa nada por que intentes comprobar aquellas cosas que te dicen y si no resisten el filtro de la “realidad” en principio las puedes dejar en cuarentena.
4.- Evita expectativas desmesuradas al respecto de lo que puedes descubrir en una sesión de cualquier terapeuta. Sobre todo si no te exige trabajo por tu parte.
5.- ¡Prestar mucha atención a las respuestas rápidas! Dicen los maestros más sabios que lo que rápido viene, rápido se va.
6.- Los buenos profesionales pueden señalarte puertas e indicarte caminos que tal vez no habías visto. Pero hay que tener en cuenta que nadie puede conocerte mejor que tu mismo. Siempre que te hayas tomado la molestia de hacer el trabajo que te corresponde.
7.- Si de entrada te “venden” miedo es una señal de que algo quieren. Frente al miedo es mejor levantarte y marcharte con la mayor de las amabilidades.
8.- En cualquier actividad de ayuda (médicos, psicólogos, etc.) un punto importante es no hacer daño. El especialista te ayudará y acompañará hasta el punto en que se lo permitas. Y aunque es algo que puede suceder, no tiene sentido que salgas de una consulta mucho peor de lo que entraste.
9.- Si ya has cometido el error -una indudable fuente de aprendizaje- de caer en las fauces de un “vendedor de humo” identifica aquello que te llevó hasta ese personaje para evitar repetirlo en el futuro. Recuerda que, como dicen los sufís, la moneda falsa señala que también hay moneda auténtica.
10.- Nadie lo sabe todo y por tanto tampoco puede tener respuesta para todo. Dicho esto hay que reconocer que el Mundo es lo que es y que no hay instrucciones suficientes para evitar que en alguna ocasión nos engañen. Cuando nos suceda algo así aprendamos de ello y sigamos adelante.
(Aplicar el siguiente decálogo también supone ser capaz de cuestionar todos y cada uno de sus diez puntos)