Hay quien escribe para sí mismo como ejercicio de autorreflexión, sin concesiones de ningún tipo. Útil para ordenar las propias ideas y para tratar de “digerir” la maraña de acontecimientos que nos suceden en la vorágine diaria.
Escribir también puede obedecer a otras razones como compartir información que nos parece relevante, divulgar ciertas materias, etc. En este caso al pretender llegar a un público el mensaje (como dicen los sufís) deberá ajustarse al tiempo, lugar y a las gentes.
Lo realmente importante tal vez sea escribir sobre aquello que puede mover, o incluso llegar a despertar, nuestra conciencia somnolienta.