Secretos familiares, un fuego que se propaga de generación en generación
Busquemos la verdad para liberarnos de las llamas
La filósofa sueca Sissela Bok compara los secretos con el fuego:
“Los secretos son algo tan indispensable para el ser humano, y tan temible, como el fuego. Ambos favorecen y protegen el desarrollo de la vida, pero también pueden sofocar; arrasar y esparcirse sin ningún control. Ambos pueden utilizarse para preservar la privacidad o para invadirla. Pueden nutrirnos o extinguirnos.”
Me resuena esta analogía también desde la mirada transgeneracional, pues ese fuego que no se apaga en una generación, sigue incendiando las vidas de las siguientes en forma de:
Patrones de conducta enfermizos
Relaciones tóxicas
Adicciones
Bloqueos
Accidentes
Síntomas físicos
Enfermedades mentales
Pesadillas
Suicidios
Miedos, fobias, ansiedad…
Está claro que un miembro de la familia guarda en secreto un asuntos turbio, ilegal, “pecaminoso” o inmorales, violaciones, suicidios, violencia, robos, adulterio, hijos fuera del matrimonio, incesto, entre otros, siempre con el objetivo de protegerse o proteger a otra persona de las consecuencias de que eso que se guarda salga a la luz.
🐦 Entonces, un secreto familiar es como una madera en llamas que alguien guarda en el desván con la intención de que los presentes no sufran quemaduras, pero que terminará achicharrando a los que lleguen un poco después.
Por eso es tan importante tomar consciencia de este fenómeno, buscar esos secretos y preparar los extintores. ¿Invitamos a unos cuantos estudiosos de lo transgeneracional para que nos den algunas pistas?
Françoise Dolo afirma que lo que es callado en la primera generación, la segunda lo lleva en el cuerpo.
Anne Ancelin Schützenberger explica que los duelos no hechos, las lágrimas no derramadas, los secretos de familia, las identificaciones inconscientes y “lealtades familiares invisibles” pasean sobre los hijos y los descendientes. Por tanto lo que no se expresa con palabras se expresa por dolores.
Sigmun Freud decía que aquel cuyos labios callan, conversa con la punta de los dedos. Se traiciona por todos los poros.
Claudine Vegh tiene claro que vale más saber una verdad, aun cuando sea difícil, vergonzosa o trágica, que ocultarla, porque aquello que se calla, es subordinado o adivinado por los otros y ese secreto, se convierte en un traumatismo más grave a largo plazo.
Carl Jung observó que: “Los niños están implicados con tal profundidad en la actitud psicológica de sus padres que no es de asombrarse que la mayor parte de los trastornos nerviosos de la niñez pueden ser referidos a una atmósfera psíquicamente perturbada en el hogar”.
Liz Greene, lo ratifica: “Si el niño, que lleva dentro de sí las imágenes arquetípicas de la madre y del padre simbólicos, en vez de encontrar solicitud y estabilidad, tropieza con una mezcla desordenada e inconsciente de caos, hostilidad, agresión, violencia, destructividad y envidia, será muy comprensible que exhiba rasgos “neuróticos”, que de una u otra forma se perpetuarán en la edad adulta”.
Alejandro Jodorowsky le da una solución artística: “Hay que entender que todos nosotros, desde niños, caemos en una olla psicológica, cuyos jugos nos empapan. Es como la marmita en la que Obélix cayó de niño. Cada familia es una olla psicológica. Con sus secretos, tabúes, silencios, vergüenzas. Y todo eso nos impregna. Al análisis del árbol familiar, de los nudos que se transmiten por él, que se repiten, le llamo psicogenealogía. Si un padre le pone a su hija el nombre de una novia secreta que tuvo… condena a su hija a ser su novia. Desde niños nos impregnan, nos dicen cosas que detienen pulsiones en nosotros, nos anudan ciertas cosas en el inconsciente. Esos nudos pueden derivar luego en enfermedad. Pongamos que estoy a punto de morir de un cáncer. Pues si alcanzas un más alto nivel de conciencia entenderás que eres inmortal. Y, así, morir contento. No hay triunfo mayor. ¡Es toda mi ambición, en eso me empeño! Se consigue siendo uno en el presente. Todo lo que tú eres está aquí y ahora”.
John Bradsahw dice que casi siempre sabemos más acerca de nuestros padres de lo que nos permitimos saber. Propone ejercicios para permitir que emerjan a la conciencia dichos conocimientos.
Por ejemplo: “Haga un dibujo de la primera casa en la que usted recuerde haber vivido con su padre. Dibuje un plano con todas las habitaciones tal y como usted las recuerde. Visualice todos los detalles de cada habitación. Seguidamente, localice el lugar que su padre solía ocupar. Imagínese que usted entra en esa habitación y que ve a su padre escondiendo algo. Pregúntele lo que está escondiendo. Entonces, vea cómo él le enseña algo que es la explicación de su secreto”.
Propongo que además de realizar este ejercicio con el padre, lo hagamos por medio de la imaginación activa, ayudándonos quizás de fotos u objetos de ancestros que tomaremos como aliados.
🐦 Por algo habrá que empezar. Conocer la verdad nos liberará a nosotros y a las generaciones venideras.