La palabra “Transición” procede del latín transitĭo. Consiste en la acción y el efecto de pasar de un estado a otro distinto. El concepto implica un cambio en un modo de ser o estar. Generalmente se entiende como un proceso que tiene una cierta extensión en el tiempo.
¿Por cuántas transiciones pasamos a lo largo de la vida?
¿Estaremos pasando ahora por un periodo de transición?
¿Es que alguna vez no estamos transitando de un estado a otro distinto?
¿Hay tránsitos más cruciales que otros?
El ser humano inventó los rituales para tomar conciencia de los cambios socialmente reconocidos, compartirlos con la comunidad y recibir sus bendiciones. Aunque pasar de un estado a otro es un proceso, en el acto del ritual de tránsito se marca un hito en la biografía personal de quien lo celebra. En la mente del individuo que transita y en los miembros de su clan queda claramente posicionado ese nuevo estado.
Pero, ¿y los cambios no reconocidos ni apreciados ni validados por los que te rodean?
Esas transformaciones íntimas a las que solo tú les das sentido. Quizás lo compartirías con una o dos personas, o puede que con ninguna. A veces son transiciones individuales y otras en pareja o en familia. Para otorgar a estos cambios de estado el lugar que se merecen en la consciencia, podemos inventar rituales de paso diseñados en forma creativa, dejando que la intuición y la metáfora tomen parte del proceso de preparación, protegiendo el acto del juicio del intelecto. Si te animas, utiliza elementos de la naturaleza, déjate llevar, procede así desde el principio hasta el final.
Es tu ritual, imita el hacer libre de un niño cuando juega.
Si te resuena, realizar los rituales de transitos creados por ti, sean o no compartidos, te harán integrar en la consciencia la secuencia de estaciones de este viaje personal en el camino de tu vida.