El primer rayo de luz anaranjada atraviesa el cielo nocturno. El gallo Vito aclara su garganta, pone firme su enorme cresta púrpura y comienza a entonar su Ki Ki Ri KI.
Un día, los niños de la escuela le preguntaron a la señorita Andi qué significaba ese "Ki Ki Ri Ki". ¿Era un rezo al dios de los gallos? ¿Una clave para comunicarse con los extraterrestres?
La lechuza confesó que no lo sabía y explicó que, en lugar de inventar una respuesta como hace la inteligencia artificial, es mejor investigar acudiendo a fuentes fidedignas. Así que la maestra y los alumnos se dirigieron en fila india a entrevistar al señor Vito.
El gallo, posado en el palo más alto del gallinero, les contó que el interés de su canto es dejar claro diariamente quién manda en el gallinero y en sus alrededores.
Ellos no quedaron muy contentos con la respuesta, era aburrida y pretenciosa, así que entre todos inventaron una traducción para ese Ki Ki Ri Ki:
Ki, amanece un día mágico.
Ki, un día lleno de posibilidades.
Ri, en el ayer quedaron mis errores.
Ki, todo empieza hoy de nuevo.
Y así, cada mañana a partir de ese día, resignificar el el canto del gallo se convirtió en un ritual que ayudó a despertar en cada uno de estos pequeños una especie renovado mago interior.
III ¿Se puede aprender sin entusiasmo?