¿Retos imposibles?
Si has elegido como forma de vida una de las tres “profesiones imposibles” debes tener claro el porcentaje que depende de ti y el que depende del otro.
Las tres profesiones que en otros tiempos se consideraban imposibles eran la de gobernar, la de curar y la de enseñar. Trabajos que para resultar eficaces necesitan siempre de la colaboración de los otros.
El gobernante es el encargado de tomar decisiones que afectarán para bien o para mal a muchas personas. Ejercer su poder supone asumir una enorme responsabilidad. Un trabajo “al servicio de los demás” que siempre tendrán algo que decir al respecto. Sin embargo la historia también nos muestra el lado oscuro del poder, con las enormes atrocidades de tantos dictadores que estaban convencidos de estar en posesión de la verdad.
El médico pone al servicio del paciente todo su conocimiento y experiencia -esa es su parte-. Es consciente -a menos que se haya endiosado- que la curación no está en sus manos. Acepta que la enfermedad tiene un proceso y que la resolución de la misma también está en manos del paciente que es el que finalmente ha de activar sus recursos internos. Sin la estrecha colaboración entre médico (psicólogo, terapeuta, etc.) y consultante resultará difícil llegar a buen puerto.
En el mundo de la enseñanza, la tercera de las profesiones imposibles, el maestro (profesor, enseñante, etc.) aporta una parte de la información. La otra, que es igual de importante, depende de las circunstancias de su alumnado. Tal vez ya haya descubierto que la alquimia mágica del aprendizaje surge cuando la información se suministra en el tiempo preciso, el lugar apropiado y al alumnado interesado. Sin embargo también es conocedor que “su verdad” es igualmente relativa. Y que ese mensaje que quiere transmitir va a caer en numerosas ocasiones sobre zonas rocosas e impenetrables, pero a pesar de ello debe seguir intentándolo.
Sobre todo fracasa, en cualquiera de las tres profesiones, quien no lo intenta.