Creamos modelos explicativos la realidad cuando queremos compartir algo complejo y que se nos entienda lo mejor posible. Pretendemos con ellos representar con cierta aproximación conceptos, o relaciones entre elementos, o procesos que evolucionan, entre otros fenómenos más o menos abstractos. Son como metáforas visuales que ayudan a integrar una información.
La ciencia, la filosofía, la psicología y diría que infinidad de disciplinas del saber, se valen de modelos explicativos desde siempre para acercar el conocimiento al mayor número de personas.
Los creadores de modelos somos como fabricantes de maquetas, o dibujantes de mapas. Y no olvidamos que esa construcción creada no es la realidad, sino una representación de la misma.
En mi trabajo como psicoterapeuta he diseñado modelos espontáneos, a veces bastante personalizados, para ayudarnos durante la sesión a entender la complejidad de un síntoma, un cuadro clínico, una situación vital, una relación, o el mundo interno.
Ese modelo se puede dibujar, visualizar con los ojos cerrados, representar con figuras, moldear con plastilina o llevarlo al movimiento del cuerpo.
Esta también es una interesante vía de introspección y autoconocimiento ante una situación que quieras explorar e ir más allá. Puede comenzar con un “es como sí…”, y dejar que la mente creativa fabrique la imagen metafórica que te ayude a entender.
¿Has probado tú a crear tus propios modelos?
Es importante añadir que los modelos debemos actualizarlos, reformarlos, o incluso tirarlos a la basura y hacer otro nuevo cuando ya no sirvan, cuando se alejen de una realidad que es mutante, y que podemos verla desde diferentes perspectivas. Viajemos con la mente abierta. No nos hagamos esclavos de los mapas, de los modelos, ni de nada.