Esta semana en una sesión apareció el tema de los tatuajes y me hizo recordar esta reflexión:
En la antigüedad el tatuaje indicaba la posición tenía esa persona en la sociedad. A más linaje, más importantes eran y hasta llegaban a describir ancestros, lugar de origen, batallas peleadas, etc.
Ya sobre 1700, los marinos grababan el nombre de su barco, una manera de saber a que nave pertenecía un cuerpo flotando en el mar. Luego, los navegantes que iban de puerto en puerto, se hicieron dibujos de lugares donde habían estado y afectos que habían dejado atrás (el nombre de su amada, la bandera de su patria, alguna misión que habían adoptado, etc.).
En las décadas de 1950/60 se le agregó el uso de disimular (maquillar) las cicatrices (escarches) de las personas que se inyectaban sustancias psicoactivas.
Hoy día por lo general, la decisión de imprimirnos un diseño o una frase en la piel puede tener una motivación “simplemente”estética, aunque creo que la mayoría de las veces hay otras causas más o menos conscientes. ¿Te suena alguna?:
Expresar en un mensaje tatuado “lo no dicho”, por nosotros o por nuestro árbol.
Resaltar una zona de nuestro cuerpo que no ha sido vista por nuestros principales cuidadores.
Transmitir un mensaje de “soy capaz de romper el límite que impone las normas de la familia”, cuando estas normas son vividas como abusos. El tatuaje habla de mi rebeldía, o es mi trofeo.
Distinguirnos de nuestros hermanos, cuando no hemos sido tenidos en cuenta en nuestra individualidad.”Este tatuaje es único, me distingue de los demás”.
Asegurarnos la pertenencia. Asemejarnos a otros del “clan”, juntos nos tatuamos un motivo idéntico, ¿porque de alguna manera nos sentimos, o somos, excluidos de nuestro propio “clan”, la familia?.
Un símbolo de posesión. Si tatúo el nombre de alguien, la poseo. Quizás porque en realidad, tiene miedo de perderla (o ya la ha perdido).
Mecanismo compensatorio. “Me tatúo lo que siento que me falta”. La fuerza, el amor, el valor, el hogar, la belleza, la naturaleza, la alegría e infinidad de valores que el tatuaje, como si fuese un símbolo onírico viene a equilibrar carencias inconscientes.
Un recordatorio. Una frase tatuada sería como un Post-it en la piel. Llevándolo encima hay más posibilidad de que lo recuerde. “Pase lo que pase, que este mensaje no se me olvide”.
Pienso que sería muy rico leer el simbolismo de lo tatuado, como ejercicio de autoconocimiento.