¿Qué posición ocupas -en el árbol genealógico- dentro de tu hermandad?
Sirve para identificar las dificultades con el dinero, con las posesiones y el territorio…
Cuando tenemos los datos de nuestra investigación vamos a colocarlos sobre una hoja dispuestos en cuatro niveles. Comenzaremos analizando la planta inferior, espacio que compartimos con nuestros hermanos en el supuesto de tenerlos.
Situaremos a nuestros hermanos, el mayor a la izquierda y sucesivamente, ordenados por edades iremos hacia la derecha colocándonos en el lugar correspondiente. En este estrato es donde se suelen identificar las dificultades con el dinero, con las posesiones y el territorio, lo que Alejandro Jodorowsky define como ego material. Los problemas con la hermandad no resueltos, de adultos pueden trasladarse a la pareja, a los amigos y vecinos.
Tengamos en cuenta que son tantas las variables que interaccionan en la psique de cada individuo que resulta imposible hacer correspondencias que sean válidas para todos. Vamos a ver, solo a modo de ejemplo, algunos casos:
Si somos hijos únicos dispondremos de todo el espacio, aunque también seremos la diana perfecta de todos los proyectos de nuestros padres. En este caso haremos bien preguntándonos hasta qué punto nos cuesta entender el concepto de jerarquía y la necesidad de compartir.
Habitualmente el que nace el segundo acepta de buen grado los papeles secundarios y se esfuerza por desarrollar sus dones para intentar alcanzar los privilegios del primogénito. Sin embargo llegar en segundo lugar puede significar ser esperado de un sexo diferente, si el primogénito es de nuestro mismo sexo.
En el caso de que nazcan dos hijos muy seguidos (también gemelos o mellizos), inconscientemente la familia los trata como una unidad, de manera que si uno de ellos es considerado el listo, desordenado y el que come bien, el otro deberá mostrarse como su opuesto polar: torpe, ordenado y problemático con la comida.
El hermano menor siempre será “el pequeño”, por tanto puede tener dificultades para cambiar de etapa y crecer. Generalmente es el que hace pareja con uno de los padres y le asegura la fantasía de juventud eterna. Si el pequeño no crece, los padres no envejecen ni tampoco mueren. Puede que le otorguen inconscientemente la misión de cuidador lo que podría añadir algunas dificultades extra en su salida al mundo.
Haber nacido el segundo de tres hermanos casi siempre supone repetir algunas cosas del mayor y otras del pequeño. En ocasiones suele ser una posición compleja ya que puede haber una lucha por encontrar su espacio, su lugar en el mundo.
Cuando un hermano es diez años mayor -o más- actuará a efectos prácticos como un padre. El hermano asumirá que en su vida hay más figuras parentales de las habituales y también más problemas derivados de ello.
Si nuestra hermandad es demasiado numerosa las probabilidades de que faltaran medios para subsistir se acrecientan. Entre tantos hermanos las probabilidades de pasar completamente desapercibidos también son mayores. ¿Crecimos como niños invisibles y ahora como adultos nadie nos ve?
Esto solo son breves descripciones de una casuística que siempre será infinita…
Otro día seguiremos…