Probablemente seamos seres multidimensionales aunque todos estos planos (muchos y diversos) pueden resultar accesibles en este en el que estamos.
Un vórtice podríamos definirlo como una puerta que comunica dos planos. Cualquier cambio (laboral, de costumbres, de pareja, etc.) supone un cruce de algún vórtice. Abandonamos algo que nos resulta familiar (por conocido) y exploramos nuevos territorios que nos obligarán a desenterrar y utilizar herramientas que no sabemos que tenemos.
Cuando el vórtice (la puerta) aparezca haremos bien en cruzarla porque no hacerlo supondrá quedarnos anclados en una zona cómoda pero probablemente agotada.
El oficio de vivir supone la necesidad de explorar y avanzar permanentemente.