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Si estamos desorientados, algo que como humanos puede sucedernos, necesitaremos comprender el área en la que enfocarnos para desarrollar nuestro potencial. Siempre se tratará de un desafío individual, porque lo que es bueno para una persona puede resultar muy perjudicial para otra. Evitemos caer en la trampa de creer que todos los momentos son igualmente perfectos porque no es lo mismo conducir por una carretera a plena luz del día que bajo una lluvia torrencial.
Lo cierto es que nadie puede andar nuestro camino, como mucho podremos encontrar indicaciones de dónde están las puertas que tenemos que abrir. El reto es que, sin abandonar nuestros talentos y habilidades naturales, seamos capaces de avanzar paso a paso en una dirección que deje atrás las falsas seguridades.
Se habla mucho de lo “evolutivo”, hasta tal punto que parece imposible saber qué es evolutivo y qué no lo es. Se me ocurre pensar que todo lo que nos acerque a nuestro adulto interior (o sabio interior) podrá ser un camino de crecimiento. Evitemos que nuestro niño interior sea quien dirija nuestra vida, porque puede que lo haga desde una posición en la que no alcance a ver la carretera que tiene delante.
La vida puede ser un milagro… a condición que trabajamos activamente creando las circunstancias adecuadas para ello.