Portadores de energías incomprendidas
Cuando parte de la herencia parece venir en forma de “carga transgeneracional”
Podemos ser los portadores de energías -incomprensibles para nuestra conciencia- que no fueron correctamente asumidas ni asimiladas por las generaciones anteriores. Un ejemplo sería cargar con “la creatividad no expresada” de nuestro árbol genealógico.
La energía creativa es muy poderosa y cuando se bloquea buscará cualquier rendija para salir, aunque sea en forma de transgresión o locura.
Es probable que en la lucha contra ese caos interno nos apeguemos a lo absolutamente convencional, incluso que nos apartemos -o escondamos- para evitar los peligros de ser el raro o diferente.
La pregunta que debemos hacernos es si nos estamos comportando al revés de lo que esas energías parecen proponernos:
-¿Vivimos obsesionados con el orden cuando sentimos que en nuestro interior hay mucho caos y confusión?
-¿Para evitar hacernos cargo de nuestro enorme poder personal nos rodeamos de personas muy poderosas y delegamos en ellas?
-¿En nuestro árbol genealógico abundaba la locura y la transgresión pero nosotros mostramos un comportamiento absolutamente convencional?
Esas energías “inconscientes” nos convierten en especialistas a pesar de nuestros esfuerzos por negarlas o reprimirlas (Resultan visibles para los demás).
Se conocen tres fases en la manifestación de las mismas. Tomemos el ejemplo anterior de la creatividad no expresada:
-En la primera fase creemos no tener esa capacidad. Por tanto afirmaremos con rotundidad que no tenemos ninguna creatividad, libertad, ni permiso para expresar nuestro lado más excéntrico.
-En la segunda fase absorbemos esa energía creativa que otros nos proyectan, porque a pesar de todo nos perciben como muy creativos. Nos convertimos en activadores de la creatividad de los otros.
Hablar con uno de estos “especialistas inconscientes” puede servir para descubrir nuestra propia singularidad, aquello que nos hace especiales.
-La tercera fase es la propia de “los magos”. Tal vez permita cambiar sutilmente las formas establecidas y también actuar como un despertador de la creatividad ajena.
Estas energías que hemos heredado de nuestro árbol genealógico pueden resultar muy problemáticas cuando intentamos utilizarlas únicamente en beneficio propio. Por tanto resultará útil recordar -como propone Alejandro Jodorowsky- que aquello que damos a los demás nos lo estamos dando a nosotros mismos y lo que no damos nos lo estamos quitando.