¿Has escuchado alguna vez a alguien quejarse de su pareja, pero a la vez siendo incapaz de «desengancharse» de él o de ella?
Es como decir «no me gusta su forma de ser o aquello que hace o que no hace, incluso, me hace daño, ¡pero sigo queriéndol@!».
Entonces me pregunto, «¿ será que no estás enamorad@ de ella o de él, sino de lo que un día te hizo sentir? »
Las sensaciones fuertes, profundas, anheladas, se asocian a los contextos y a las personas que nos las provocan.
El cerebro guarda esa asociación y ordena «quiero más de esto» y, aunque nuestra consciencia nos diga que esa persona ya no nos quiere o no nos conviene, la orden sigue insistiendo «quiero más de eso» que traducido a lo que se le dice al amigo o al terapeuta es: «no lo entiendo, no puedo quitármel@ de la cabeza, no puedo sacarl@ de mi corazón».
Son amores engañosos y desactualizados. Tu cerebro sigue queriendo volver a eso que te hizo sentir y no sucederá jamás.
La dirección justa y evolutiva, la tomada desde la consciencia, sería cerrar la puerta a esa relación caduca y dolorosa, para que así se abran mil ventanas… y quien sabe si nuevas sensaciones placenteras de verdad, provenientes de ti mism@ o quizás de un nuevo amor.