Con “carta de presentación” nos referimos a lo que los otros ven antes de conocernos: cara, cuerpo, constitución física, aire general, etc. No es algo que podamos cambiar a voluntad y sin embargo en la actualidad la búsqueda del elixir de la eterna juventud mueve cuantiosas sumas de dinero.
Hay quien quiere quedarse en una edad concreta -idílica desde su punto de vista- e inicia una batalla contra el envejecimiento que lamentablemente tiene pérdida de antemano porque vivimos en un plano que es temporal (estamos sujetos al paso del tiempo)
¿Si no estamos a gusto en nuestra propia piel lo estaremos en algún otro lugar? ¿La belleza no depende en gran medida de los ojos del que mira?
La metáfora de la casa puede ayudarnos a comprender que si solo dedicamos esfuerzos a mantener su aspecto exterior (fachada), más pronto que tarde resultará inhabitable interiormente.
Cada uno de nosotros es un universo distinto y a la vez enormemente complejo. Tal vez no podamos ver la imagen que damos al exterior, pero seguro que nuestros amigos y aquellos que nos conocen de verdad si son capaces de verla.
¿Les preguntamos -al tiempo que reflexionamos- por nuestra carta de presentación?