Dicen los algunos estudiosos del cerebro y expertos en la mecánica del funcionamiento de la memoria que cada vez que recordamos, inconscientemente reeditamos el “archivo” que contiene el evento rememorado.
Imagina que el episodio recordado es como un puzzle biopsicológico al que le faltan piezas que no fueron almacenadas o procesadas. El cerebro busca darle sentido a esa “imagen” y se encarga de fabricar esas piezas que faltan con material procedente de los miedos y a veces de los deseos. ¿Y si, desde la conciencia aportamos “piezas” sanadoras?
Alejandro Jodorowsky propone:
«Cada vez que tengas un recuerdo doloroso de tu infancia, viaja por tu memoria y, con la edad que tienes hoy, dile a tu niño: “Pequeño mío, no estés triste, no estás solo . Yo estaba contigo, acompañándote todo el tiempo. Soy tu amigo. Juega conmigo”… Y así agregas a tu infancia cosas que no tenías en tu memoria y la cambias.
Puedes agregar alas invisibles a tu niño y hacerlo volar, darle belleza, darle valores, colorear las calles, llenar su casa de objetos preciosos, hacerlo conversar con los animales y las plantas, mejorar a sus padres, etc… Y si tú, hoy estás triste, puedes invocarte a ti mismo, cuando serás un/una anciano sabio que te diga: “Querido, soy tú con cien años más. Ya lo ves, no estás solo, estoy junto a ti. Tengo una inmensa sabiduría y puedo aconsejarte”.
Si agregas importantes detalles a tu memoria, tal como hace un artista cuando pinta un cuadro o filma una película, puedes cambiarla, agregarle felicidad. Si quieres liberarte del sufrimiento pasado, colorea y enriquece tu memoria. Otórgate lo que no te dieron. Haz lo que no hiciste.
Ahora mismo, elige algún recuerdo doloroso, míralo desde otra edad y dale nuevos aspectos, todos ellos positivos. Por ejemplo, si viste el cadáver de un perro podrido, hazlo integrarse a la tierra, convertirse en abono y dar origen a hermosas flores. Por otra parte, lucha para no pensar que el futuro es terrible e imagina, crea en tu mente un futuro precioso. “Sí, un día moriré, pero muy agradablemente: mi conciencia, gota divina, regresará al océano divino, que es un orgasmo eterno.”
Esta técnica de cambiar el pasado, agregando aspectos agradables a mi memoria la descubrí en la época en que Hollywood comenzó a colorear sus viejas películas filmadas en blanco y negro….
Debemos tratar a nuestra memoria como si fuera un diamante cubierto de carbón. Vamos a pulirla hasta dejar al descubierto su belleza y luego tallarle facetas para enriquecerla.»