En la crisis de la mitad de la vida alguien puede sentir algo parecido a cuando abres una caja de cerillas y ves que todas están gastadas.
“Ya no hay más cerillas en mi caja y necesito luz”.
Necesitas luz porque caminaste un tramo importante del camino de vida, tomando decisiones sobre cómo vivirla, encendiendo cerillas una tras otra: dónde vivir, con quién, cómo cuidarte, en qué trabajar, etc. Puede que el camino se vuelva oscuro porque te olvidaste de quién eres realmente. Caminas, sí, caminas sin parar, pero enredado en un laberinto de repeticiones que te llevan una y otra vez a la insatisfacción. Y ya no quedan más cerillas.
“¿Soy demasiado mayor para empezar de nuevo con…?”, te preguntas.
Y antes de que el oscuro laberinto te enferme pides fuego leyendo libros, asistiendo a talleres, viajando en busca de maestros, pero si buscaras esa luz dentro de ti la encontrarías, dedicándo tiempo a la escucha interior, conociendote, siendo amable contigo y tus necesidades genuinas, recordando quien eres de verdad tras toda esa cadena de decisiones tomadas muchas en base a condicionamientos, lealtades y miedos.
El Ser que eres de verdad está por encima de todo, fuera del laberinto, tiene su propia luz y vive deseando de que la recuperes y vivas la segunda mitad de la vida iluminad@, guiad@ por ella.
El poeta Leopoldo Marechal escribió: “De todo laberinto se sale por arriba”.