Al igual que un pez vive rodeado de agua, sin ser consciente de ella, hay “magos” que desconocen que lo son a pesar de estar rodeados de magia por todas partes.
Uno de los motivos, tal vez el más importante, es haber nacido en una familia en la que el intelecto y la razón eran las únicas vías aceptables. Si eso era así, habremos crecido de espaldas a nuestras propias intuiciones y creído que los mensajes oníricos recibidos no servían para nada. Parece claro que si deseamos conectar con nuestro mago interior vamos a tener que dejar de lado, entre otras muchas rigideces, la regla de falsación de Karl Popper.
En ningún caso se trata de eliminar nuestro hemisferio “racional” sino en integrarlo junto con esa otro hemisferio (desconocido e ignorado) que es el “intuitivo”
Respecto a la “psicomagia”, Alejandro Jodorowsky la define como una terapia muy avanzada que se propone curar algo mediante actos que hablan directamente al inconsciente.
El “psicomago” se basa en que no son las palabras las que curan, sino los actos. La finalidad de un acto psicomágico es la de sacarnos de la jaula psíquica en la que nuestra familia, nuestra sociedad y nuestra cultura nos han dejado. Pretende evitar repetir los problemas que sufrieron nuestros antepasados, por tanto busca romper los círculos viciosos en los que estamos estancados a nivel intelectual, emocional, creativo-sexual o material.
Confiar en los dones que traemos y ser capaces de desarrollarlos es el objetivo, más allá del nivel de ese mago o psicomago que tenemos dentro.