Resulta interesante analizar un sueño como si se tratara de una conversación con nosotros mismos en la que vamos a utilizar un lenguaje cinematográfico y simbólico. Es como abrir una carta que nosotros mismos nos hemos enviado desde nuestro inconsciente.
Veamos un ejemplo de sueño premonitorio:
¿Por qué dejaría tan mal aparcado aquel camión enorme en mitad de la calzada, en plena curva y en la calle con más pendiente de toda la ciudad?
El conductor de dicho camión, al observar la situación desde cierta distancia se dio cuenta de la peligrosidad. Con cierto horror también percibió que el camión se movía lentamente cuesta abajo e inició una frenética carrera para abordarlo.
La pendiente aceleraba la velocidad con la que aquel vehículo de gran tonelaje se desplazaba, pero no fue impedimento para que lograra subirse a la cabina. Al no estar en marcha los frenos no respondieron, pero sí el volante con el que consiguió girar hacia una calle con ligera subida y de ese modo controlar la situación.
Dedujo que el camión era él llevando una carga que estaba fuera de control.
En este caso, en la vida real, le llegó una carta de Hacienda indicando que había cometido un error con los tributos de una herencia ocurrida tiempo atrás. La herencia era la carga que, fuera de control, estaba obligándolo a intervenir.
No fue posible detener los procesos administrativos en curso. Pero finalmente pudo pagar la sanción correspondiente (que no fue tan grave como imaginaba) y de esa forma se solucionó la situación.