Los cuentos son como mecanismos que operan en nuestro interior
Un cuento es como ese objeto que, según el ángulo desde el que lo miremos, varía.
Le preguntan a Tahir Shah: ¿Qué aprendió de su padre -Idries Shah?
Aprendí a dar antes que a tomar. También a no imitar, sino ser original. Y por supuesto a viajar y a imaginar …ya que el mundo es puro lujo.
Mi padre odiaba la rutina y lo convencional. Amaba lo desconcertante y raro. Veía en cada persona un tesoro, disfrutaba explorándolo: hablaba con todos y veía lo exótico de todo.
En muchas de las historias que contaba su padre aparece Nasrudín (el tonto y a la vez lúcido personaje de los cuentos sufís) ¿Podría recordarnos una de ellas?
Nasrudín busca algo en el suelo, en la calle, a la luz de una farola…
”¿Qué buscas?”, le pregunta un vecino al pasar.
“La llave de casa”, informa Nasrudín.
“Te ayudo”, decide el vecino, y se agacha a buscar.
Pasa otro vecino, y lo mismo. Y otro. Al rato, son muchas personas agachadas, todas buscando la llave de casa.
¿Y la llave no aparecía?
Entonces uno pregunta: “Nasrudín, ¿dónde perdiste exactamente la llave?”.
Y Nasrudín responde: “Delante de mi casa, pero allí está oscuro, ¡y aquí hay mucha luz!”.
…
Y por último recordemos que solo uno mismo puede interpretar un cuento. Éste ya operará -como mecanismo interior- a su debido tiempo.