¡Llevamos a nuestra familia “tatuada” en nuestro cuerpo!
¡Aprendemos a descubrir con qué cosas vamos cargando de nuestras familias!
Al igual que sucede en el Universo, en nuestro cuerpo todo interacciona entre sí y todo está contenido en cada una de sus partes. Cualquier síntoma físico es una buena oportunidad para hacernos conscientes de que hay un área en nuestra vida que necesita atención.
Si queremos ver a grandes rasgos de que linaje parece venir un determinado problema podríamos adjudicar la parte derecha a nuestra rama paterna y la izquierda a la materna. Nunca tomemos ninguna receta -estas de aquí tampoco- como verdades universales. Verdad podría ser aquello que nos resulta útil en un momento dado. Tomemos la molestia de comprobar en cada caso si la teoría se ajusta a nuestra realidad, o no lo hace.
Algo tan básico como es nuestra forma de caminar, puede mostrarnos que huimos del pasado si vamos inclinándonos ligeramente hacia delante, o hacia atrás si somos temerosos a lo que la vida pueda traernos.
La piel es nuestra frontera, marca los límites y nos protege del exterior. En ese espacio fronterizo entre nosotros y el mundo se libran muchas batallas. De ahí que algunos problemas de piel puedan aparecer cuando nos sentirnos invadidos.
La cabeza puede simbolizar al padre y a todos los ancestros varones, igualmente se refiere a nuestros procesos mentales. Seguro que hemos escuchado la frase: “esta persona vive en su mente, en el aire, no toca de pies en el suelo (puede faltarle ese anclaje tan necesario con la realidad).
Los tumores cerebrales, cuando aparecen, pueden tener que ver con algún secreto escondido de nuestro árbol genealógico que está tratando de salir a la superficie.
Los ojos como conjunto son de carácter masculino. El derecho es el racional y el izquierdo se conecta con nuestra receptividad.
La boca y las orejas simbolizan el linaje materno (son receptivas)
La sordera en el oído izquierdo puede ser algo que no quiero escuchar del linaje femenino. La derecha conectará con el masculino.
Los dientes picados podrían ser (nunca digamos que son) el resultado de la rabia no expresada.
La garganta es un canal de expresión y de creatividad. Tras una amigdalitis puede esconderse nuestro miedo, las emociones reprimidas y probablemente cierta creatividad sofocada.
La relación corazón-emociones podríamos buscarla en el pecho.
Por tanto si sentimos que no nos han amado podríamos tener una tendencia a desarrollar un pecho endurecido e insensible.
Las manos son el símbolo de la elección. La mano derecha es el símbolo de la elección racional, sin fe. La izquierda es la intuitiva.
Las uñas son nuestras defensas simbólicas ¿Heredamos uñas de mucho grosor?
Los problemas de espalda pueden en ocasiones simbolizar que cargamos conflictos no resueltos de nuestro pasado. Hay quienes afirman que en la parte lumbar está la conexión con nuestra sexualidad y creatividad (Atención a nuestra relación con los padres). En la parte dorsal está conexión con nuestra parte emocional (los abuelos en el árbol). Y en la parte cervical nos conectamos con nuestro intelecto (los bisabuelos)
En el vientre podemos encontrar a la madre y todo lo que “digerimos de la vida”. Muchos problemas de estómago pueden estar asociados al miedo, a la angustia y la ansiedad.
Las rodillas nos muestran parte de nuestra flexibilidad. Si vivimos encerrados en nuestro castillo, inflexibles, podremos tener problemas con las rodillas (La expresión de no doblar las rodillas es típica de personas rígidas)
Los pies pueden simbolizar el territorio y por tanto estar conectados con nuestra hermandad. Cuando no estamos viviendo nuestra vida, puede ser que caminemos como un ladrón sin hacer ruido.
Somos un espíritu que utiliza un cuerpo de vehículo para pasearnos por esta vida, pero él no es una carrocería inerte, cada célula contiene lo que fueron nuestros ancestros y lo que somos nosotros. Y no olvidemos lo que dice un proverbio chino: “Nada sienta mejor al cuerpo que el crecimiento del espíritu”.