Una opción perfectamente válida consiste en irse al otro lado del mundo para vivir una experiencia en un hotel de la misma cadena del que está al lado de nuestra casa. Siguiendo con este mismo ejemplo, buscaremos que la comida sea lo más similar posible a la de todos los días, con una pulsera que nos permita beber siempre que queramos sin la necesidad de salir nunca de las amplias instalaciones en las que estaremos confortablemente establecidos. Terminada nuestra estancia un avión nos traerá de vuelta de un lugar del que apenas habremos visto nada y en el que solo nos habremos relacionado con nuestros compañeros de viaje ya conocidos.
Otra opción es dejarnos sorprender por las posibilidades del lugar que hemos decido visitar. Explorar y vivir las diferencias por el placer de descubrir otros registros que desconocemos. Evitar dejarnos atrapar por ninguna instalación, pasear siempre que se pueda por parajes que probablemente no volvamos a ver en nuestra vida. Probar comidas y bebidas que son las propias del lugar al que hemos ido. Y lo más importante de todo, relacionarnos con personas que viven allí para captar las sutilezas que se nos escapan.
Anne Carson, la poeta viva más importante de las letras anglosajonas, afirma que la única regla del viaje es no volver como te fuiste, sino volver diferente.