La tormenta que se escondía tras un cielo azul.

¿Puede una tormenta llegar sin sus indicadores habituales?

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En un paseo por el campo observó en el cielo dos tonalidades azuladas que parecían estar interconectadas. Supuso que tal vez se trataba de lo que los meteorólogos llaman bajas y altas presiones que al chocar originan las tormentas. Sin embargo faltaban ingredientes: ¿dónde estaban los nubarrones, el agua y los vientos huracanados?

El clásico aparato eléctrico, los rayos, sí aparecieron pero con otro formato muy distinto. Se asemejaba a esferas energéticas de gran intensidad que impactaban con violencia sobre el suelo. Ya dentro de la ciudad, caminando por las calles, continuó el atronador bombardeo. Vio con claridad un impacto sobre el tejado de una de las casas y otros a poca distancia de donde estaba, hasta el punto de verse obligado en una de las ocasiones a lanzarse al suelo. Sin embargo no recibió, ni directa ni indirectamente, ningún rasguño.

¡Entonces sonó el despertador…!

Cuando su terapeuta le preguntó sobre sus sensaciones en el sueño, su respuesta fue que sintió que cualquiera de aquellos impactos incontrolados podía haberlo alcanzado fatalmente.

El terapeuta añadió: “el tejado en el que ha impactado una de aquellas esferas energéticas es tu propia mente. Al proyectar tus miedos sobre un bello escenario lo has convertido en algo tenebroso. Recuperar la confianza en la imprevisibilidad de la vida puede ser la clave que estás buscando”