La máscara que llevamos puesta
¿Es posible que como adultos continuemos utilizando a nuestro niño interior como máscara defensiva frente a los otros?
Intentemos reflexionar sobre ese niñ@ que sigue viviendo en nuestro interior con independencia de la edad que ahora tengamos:
No olvidemos que, a diferencia del adulto, el niño siempre necesitará protección.
En un entorno voraz, sometido a exigencias infinitas, podrá ser manipulado con suma facilidad.
Eso que llamamos despectivamente como “ego” muchas veces es el disfraz que se puso el niño para sobrevivir en el complejo entorno en el que nació.
El territorio en el que se va a mover el niño interior, así como sus conexiones con el resto de personajes, van a ser condicionantes de su futura evolución.
Sus necesidades insatisfechas pueden dejarle alguna “marca” reconocible sobre la piel y también otras bastante más profundas e indetectables.
El final de su infancia -como etapa- será algo personal e intransferible. No esperemos encontrarla señalada en ningún calendario oficial.
Con el paso del tiempo el niño que llevamos dentro ira perdiendo protagonismo al tiempo que lo ganará nuestro adulto, pero ese niño interior nunca desaparecerá.
A pesar de que vivimos en un “mundo de niños heridos” no encontraremos ninguna receta mágica aplicable para todos.
Cada niño es único… esa es precisamente la gran maravilla.