Traigo hoy una conversación de hace tiempo sobre el peligro de no expresarse, de adoptar el papel de manso cordero:
-¿A qué llamas “mansos”?
Los mansos son las personas que ante el abuso suelen optar por la vía del silencio.
Evitan responder con violencia quizás porque ya han tenido bastante.
Siguen el guión del “niño bueno”.
Ocultan sus necesidades debajo de la alfombra y dejan pasar a los demás siempre delante de ellos.
Los mansos acumulan montañas de quejas, toneladas de agresión contenida en sus músculos pasivos, en sus puños cerrados, montañas de palabras no dichas agolpadas en sus gargantas.
Hay vastos campos de rabia sembrada en el intestino retorcido de los mansos .
Hasta que un día, la ira de los mansos implosiona y los enferma, o explosiona e hiere a la persona que tenga más cerca.
-Me siento identificada a veces. ¿Tiene remedio?
Si tus ancestros fueron mansos, si te educaron para serlo, comienza tu rebelión consciente y trasciende a tus antepasados defendiéndote del abuso.
Vela por satisfacer tus necesidades, procura darte lo que te mereces.
Que la ira se transmute en creatividad.
Que la siguiente generación de tu árbol crezcan con un modelos de adultos que se respetan a sí mismos. Somos un eslabón de la cadena, siete generaciones de ancestros influyen en ti y tú influenciarás en las siete generaciones que te sigan. Hazlo todo lo mejor que puedas.