1.-“Una persona que se siente culpable, se convierte en su propio verdugo”, dijo Seneca. En realidad, el policía, juez y el verdugo lo llevamos dentro. A veces el egocentrismo nos lleva a la falsa y dañina ilusión de que somos los mayores responsables de las catástrofes de los que nos rodean.
2.-“Los remordimientos llevan al hombre a morder”, pensaba Friedrich Nietzsche. Y más que a morder a morderse y remorderse a sí mismo por el juicio de “su falta”.
3.-Los sentimientos de culpa funcionan como una especie de brújula que nos indica si nos movemos o no hacia el norte de lo moralmente aceptable. Pero, ¿qué pasa si esa brújula está estropeada? ¿Qué pasa si desviarnos del norte, ser buen niño o buena niña para mamá y papá, o para la religión, sólo significa que empezamos a actuar bajo el criterio del adulto que somos hoy?
4.-La culpa duele horrores. A veces preferimos sentir la rabia de la frustración al dolor de la culpa. Un ejemplo frecuente se ilustra con el razonamiento: “No dejo a mi pareja aunque no me satisface, porque prefiero las dosis de rabia de cada día y vivir en la queja, antes que sentir remordimientos por la ruptura”.
5- La culpa puede funcionar como un freno para el crecimiento. “Me quedo funcionando como niñ@ complaciente de mamá, en lugar de salir de casa y realizarme como adulto”. Detrás de esta decisión está el miedo a la culpa por desobediencia, por miedo a ser desleal al contrato con la madre.La mala conciencia puede ser buena señal, señal de crecimiento, de evolución sana.
6.-Aprendamos a regular esa brújula de la culpa. La responsabilidad del bienestar de los demás no debe recaer sobre nosotros. Desactivemos el programa de “niñ@s buen@s” que nos instalaron a much@s en la infancia.
7.- Hay un remedio para las culpas, reconocerlas”, escribió Franz Grillparzer. ¿Y si la brújula está regulada y, aún así, nos desviamos del camino? Cuando el remordimiento responde a una “salida del tiesto» reconocida, el primer paso para aliviarla es ser conscientes de qué «parte de nosotros» (subpersonalidad o personaje interno) actuó contra los principios establecidos y para qué lo hizo. Quizás encontremos en las respuestas, necesidades insatisfechas o reconozcamos carencias que hasta escotes estaban en el plano de lo inconscientes.
8.-El antídoto contra la culpa es la disculpa. Reconocer con humildad nuestro error, puede conducir como un primer paso, al entendimiento, a la comprensión y al perdón. Si la parte ofendida no acepta la disculpa y se ancla en el resentimiento, al menos habremos actuado a favor de la paz.
9.-El segundo paso para fulminar un remordimiento es la compensación. “Como en las deudas, no cabe con las culpas otra honradez que pagarlas”, sentenció Jacinto Benavente. Haz un regalo significativo (anónimo o no) a la persona ofendida, ello ayudará a liberarte de la culpa.
10.- Como escribió Gibran Jalil Gibran,“El infierno no está en el remordimiento, está en el corazón vacío”. Con un corazón lleno, nuestros actos se dirigirán hacia el amor. Si en el jardín de nuestro corazón sembramos cada día semillas de autoestima y las regamos con lluvia de conciencia, abundarán flores de bondad para dar y regalar a los demás en todas las estaciones.