Claudio Naranjo decía que en el camino de la búsqueda de la felicidad desarrollamos tres dimensiones: la capacidad de calmarnos, aprender a conocernos y de entregarnos a nuestra verdadera vida.
– Aprender a no hacer nada: somos una máquina codiciosa y no podemos quedarnos quietos. Como si estuviéramos adictos a los resultados. La calma es curativa.
– Autoconocimiento: la mirada hacia adentro donde uno comprende las estupideces que hace, nos generamos dolor.
– Entregarse a la vida: a veces parece que estamos viviendo vidas que no son nuestras sino que fueran vidas programadas. En contraste con esa vida programa hay una vida verdadera que nos está esperando. Cristo en los evangelios dice “Yo soy la Verdad y la Vida”, hay algo en la persona que se pregunta ¿qué quiere el Universo de mi? ¿qué misión hay para mí? Eso delata una intuición profunda que no pasa por el intelecto. Hay personas que han sentido de repente algo especial en sus vidas y descubren una vocación, por ejemplo.