¡Fuera las máscaras y caretas!
El único desafío consiste en decir sí a lo que te gusta y no a lo que no te gusta.
Cuando en una pareja ambos pueden disfrutar de lo que les gusta, la felicidad llama inmediatamente a la puerta.
Hacer lo que en verdad nos gusta parece un reto sencillo; sin embargo, en nuestra cultura aprendimos desde la infancia a disimular, a convertir la pareja en un baile de máscaras. Si ninguno de los dos es lo que aparenta ser, ni hace lo que le gusta hacer, el conflicto estará sembrado en el teatro de la ambigüedad que habremos construido.
PD: Cuando tengamos que elegir entre dos opciones, digan lo que digan, siempre será mejor la vía del corazón.
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