Estamos de paso por la vida…
El mundo onírico también muestra nuestra permanente impermanencia.
Que apareciera la figura de su padre ya fallecido en un sueño no le sorprendió. Ni tampoco que su padre se hubiera mostrado en la que fue su casa. Sin embargo le resultó llamativo que ninguno de los allí presentes en el sueño, tanto los vivos como los que ya no lo estaban, se atrevieran a comunicarle los inevitables y profundos cambios a los que estaba sometido el que fue su hogar.
Se podían ver habitaciones que ahora tenían otro aspecto, la disposición de elementos básicos que ya no estaban en el lugar habitual y lo que era más llamativo: nuevas estancias en construcción.
Los sueños en los que aparece la casa en la que crecimos también se refieren a uno mismo (al propio soñador). Que observara la estructura de aquellas nuevas habitaciones en construcción también podía estar señalando nuevas potencialidades por descubrir en si mismo.
En cualquier caso conviene no olvidar que los sueños son mensajes que nos llegan en distintos envoltorios. Nunca hay que aferrarse a su literalidad porque puede que en muchos casos lo verdaderamente útil sean las emociones asociadas a ese sueño.
Los sueños también nos recuerdan que estamos de paso por esta tierra y como dice un buen amigo mío, respecto a las cosas terrenales, al final de nuestros días ni tan siquiera la piel nos llevaremos.
Lo que sí podemos hacer es aprender todo lo posible de nuestra estancia en este planeta ahora que todavía estamos vivos.