En un país -por supuesto muy alejado- unos padres acudieron a un especialista en adicciones. Le dijeron que su hijo adolescente desde que se levantaba hasta que se acostaba permanecía literalmente pegado a su móvil. Comía con él, andaba por la calle con la mirada puesta sobre la pequeña pantalla, e incluso había aprendido a ducharse sin necesidad de soltarlo. Todas sus comunicaciones con la familia, amigos y conocidos los realizaba por mediación de aquel aparato. El móvil parecía haberse convertido en una extensión de su cuerpo.
Aquellos padres se preguntaba qué podían hacer cuando hasta la fecha ninguna reflexión ni por supuesto castigo habían conseguido que se separara mínimamente de aquel artilugio, sino todo lo contrario.
Entonces el especialista les pidió unos días para poder evaluar la situación. Primero hablaría con el niño, intercambiarían puntos de vista y trataría de encontrar el mejor camino para resolver el dilema.
No hay transcripciones de lo que el especialista le dijo al niño, pero sí algunas de las cosas que finalmente explicó a los padres. Recordemos nuevamente que este país es muy lejano y que afortunadamente nada tiene que ver con nosotros.
Dijo el especialista:
Su hijo, como todos los hijos del mundo, aprenden a través de lo que ven en su casa, en su entorno, en su escuela, en la sociedad que los rodea y en la cultura a la que pertenecen. Lo que su hijo observa a diario, casi desde que nació, es gente que lleva un móvil en la mano. Él ha aprendido de todos los adultos que el móvil es una extensión a través de la cual se puede acceder a un universo infinito. Saber que tiene todas las posibilidades en la palma de su mano.
Le resulta incomprensible que intenten sancionarlo por un comportamiento que observa en todos los adultos que le rodean.
Lo mejor que ustedes, como padres, pueden hacer es mostrarle aplicaciones de ese aparato que le permitan acceder al lado más positivo y creativo de esa herramienta.
El móvil puede ser Dios o el Diablo, dependiendo del uso que se haga del mismo. Y los humanos solemos utilizar el lado del Diablo en primer lugar, antes de descubrir sus otras posibilidades.