En el mar uno descubre la paciencia.
Preguntaron al capitán del barco un remedio contra los mareos.
El capitán de aquel navío tenía mucha experiencia fruto de los viajes que había realizado alrededor del planeta. Explicó que el día a día en un barco es una buena metáfora de lo que nos sucede en la vida. Dijo:
En primer lugar uno se da cuenta de que lo que creía muy estable -la superficie que pisamos- nunca lo es tanto. Por esa razón los días de fuerte oleaje trabajamos para que nuestro cerebro se ajuste a las duras circunstancias sin necesidad de ningún medicamento.
Aprendemos a enfrentar a cada ola cuando llega, es el famoso “aquí y ahora”. Estas enseñanzas son aplicables para los que viven en tierra firme, que también serán sacudidos por algunos temporales internos, tal vez incluso peores que los que sufrimos en alta mar.
Con mucha probabilidad cada temporal en el mar o crisis que superemos en tierra firme, nos hará más fuertes ya que nos obligará a utilizar recursos interiores que no conocíamos.
Muchas veces me han preguntado cómo navegar cuando la niebla es tan espesa que se puede cortar con un cuchillo. La niebla no se combate, cuando estamos en su interior evitamos arriesgar dado que -a pesar de los medios técnicos que ahora disponemos- nuestra visión está reducida. Actúo de la misma forma cuando estoy en tierra firme y la niebla -en este caso interior- me impide una correcta visión. Siempre espero a que se levante.
PD: Por cierto, se me olvidaba, el mejor remedio contra los mareos es aprender a vivir con ellos.