Sabemos que todas las emociones incluyendo las emociones que nos afligen como el enojo, el miedo, la tristeza, la envidia, los celos, la vergüenza, cumplen una función desde el punto de vista evolutivo.
Norberto Levy, psicoterapeuta, en su libro “La sabiduría de las emociones”, defiende que las emociones aflictivas no son negativas, sino son mecanismos de alerta que funcionan porque nos dan información sobre qué es lo que nos está faltando, afectando o preocupando, y nos dan la oportunidad de corregirlo. Podemos poner por ejemplo:
El enojo: nos da noticia de que algo o alguien ha transgredido un límite.
El miedo: nos avisa que estamos percibiendo una amenaza y que no sabemos si contamos con los recursos para hacerle frente.
La tristeza: nos trae el registro de una pérdida que demanda nuestra atención.
La envidia: nos trae la percepción repentina y dolorosa de una carencia.
Las emociones son útiles si las escuchamos y atendemos a sus mensajes, pero si viven mucho tiempo en el cuerpo sin ser escuchadas, entonces, nos enferman.