¿Te imaginas que en tu interior habitara una entidad sabia dispuesta a amarte incondicionalmente, apoyarte en tu crecimiento, darte respuestas en momentos de duda…? Ese es tu Yo Súperconsciente.
¿Cómo acceder a él?
En la vía del autoconocimiento y la autorrealización trabajamos con el diálogo interior y una forma de llevarlo a cabo consiste en escribir una carta al Yo. De esta forma, como escribe en su obra “Psicosíntesis” Piero Ferrucci es una forma de llegar al Yo Súperconsciente.
El psicoterapeuta y filósofo discípulo de Roberto Assagioli, nos anima a describir una situación o un problema con detalle, discutiendo las alternativas, lo que sientes tú y otras personas respecto a él, las ventajas y los inconvenientes de cada alternativa, etc, por medio de una carta a tu Yo.
¿Y cómo nos responderá?
Las respuestas, según Ferrucci, pueden aparecer de diversas maneras y por canales diferentes.
Estos son los principales:
El mensaje llega mientras hacemos el ejercicio o inmediatamente después.
La contestación llega de forma espaciada. Lo normal es que nuestras esperanzas de solucionar algo concreto o la inquietud por encontrar la solución- tapo. nen el flujo de discernimiento; pero puede llegar más tarde, por sorpresa. También puede aparecer de una forma más escondida, más invisible, de modo que des. pués de unos días nos demos cuenta de que nuestra visión es ya clara, o que lo que nos preocupaba ya no es un problema, o que sabemos qué hacer con ello, incluso aunque no podamos recordar ningún momento especial en el que se haya producido un cambio definitivo.
El mensaje nos llega en un sueño.
La respuesta aparece como un impulso a la acción, como cuando, de repente, nos sentimos incitados a hacer algo que anteriormente no nos atraía ni nos planteábamos hacerlo.
La respuesta surge por medio de un elemento de nuestro entorno. Por ejemplo, las palabras de un amigo, el título de una película, una frase de un libro leída por casualidad, un suceso que cambia nuestra rutina normal, etc. El mensaje está allí, si somos capaces de leerlo. Es un ejemplo de lo que Jung y el médico Wolfgang Pauli llamaron sincronicidad.
¡Hasta las canciones pueden ser señales!
Después de escribir la carta, mantente a la escucha.