En un país muy lejano, no hace mucho tiempo, determinados “sanadores” inventaron un paquete de tratamiento que tuvo mucho éxito. ¡Arrasaron aplicándolo a un determinado segmento de la población que fue creciendo! El boca a boca funcionaba muy bien.
Los "enfermos" en cuestión padecían fundamentalmente dificultades para adaptarse a las exigencias de una vida con responsabilidades, para regular sus emociones y para mantener la atención en tareas poco motivadoras.
El valioso kit de tratamiento incluía: la etiqueta diagnóstica, dotada de gran poder desculpabilizador, más unas recetas que facilitaban conseguir en la farmacia unas prometedoras pastillas que borraban esos síntomas molestos y limitantes, sin tener que hacer trabajo interior, ni desarrollar hábitos funcionales, ni nada de eso.
Los sanadores se extinguieron en ese país al cabo de los años, pues fueron sustituidos por un programa informático y un dispensador del pack etiqueta + pastillas.
Como dato interesante, añadir que el nivel de consciencia de la población fue bajando en la misma proporción que fueron subiendo los beneficios de la industria farmacéutica que se hizo cargo de fabricar las ansiadas pastillas.