El Mundo como un espejo “poético”
Hay quien reacciona violentamente frente al aleteo de una mosca y quien apenas arquea una ceja cuando la tierra tiembla bajo sus pies.
Al sentirnos atacados a nivel emocional -o de cualquier otro modo- nuestras reacciones pueden tomar muchos caminos.
¿Llegamos a darnos cuenta que no es tanto lo que nos ha sucedido sino cómo nos lo hemos tomado?
En nuestro interior suele habitar un “niño” al que le gusta interpretarlo todo de forma personal. Sin embargo sería útil evaluar la gravedad de cualquier suceso imaginando una escala del 1 al 10 antes de pasar a la acción.
Tal vez de ese modo dejaríamos de recurrir a nuestro abogado (sustituto de figura parental) por cualquier ofensa mínima. Ese abogado difícilmente nos confesará lo feliz que se siente resolviendo problemas -y cobrando por ellos- que solo están en nuestra forma infantil de ver las cosas.
Si es este el personaje que maneja nuestra vida, será capaz de denunciar a cualquier otro “niño” que haya osado tocarlo. Observemos lo que sucede cuando un vehículo sufre un pequeño desperfecto -tras el roce mínimo de otro vehículo- (Un golpe, aunque sea pequeño e indetectable, a nuestro automóvil es interpretado como la mayor de las bofetadas)
La experiencia parece mostrarnos que la vida nos devuelve -muchas veces con efecto multiplicador- aquello que le damos. Y lo que negamos en nosotros también nos lo acabarán negando los otros…