Cuenta la leyenda que existe un lugar en el que las almas en conflicto se reúnen para perdonarse y allí alcanzar la paz.
Es un lugar que yo imagino como una playa al amanecer, debajo de un acantilado rocoso. Quizás tú visualices otro paisaje.
Dicen que es un espacio de aspecto virgen, inaccesible para los egos.
Tan solo llegan allí los espíritus que hacen una pausa en sus tránsitos de vida, o de muerte.
En esa parada, esperan la llegada de otra alma.
Puede ser el alma de alguien vivo que está o que se siente lejano, o de alguien que ya murió, o una parte interna en conflicto o un yo del pasado en conflicto.
En el encuentro, puede que se crucen palabras, o no. Puede que dure un instante o un gran rato. Lo que siempre sí sucede es un abrazo al final del encuentro.
Las almas sellan así el final de la deuda, del agravio, del abuso. En el lugar del resentimiento crece comprensión, compasión y amor. Es el abrazo de la paz.
Para viajar a ese lugar, cuenta la leyenda, solamente se necesita un gesto: cerrar los ojos.
Cierra los ojos y centra tu atención en la respiración. Crea un espacio interior suficiente para que poco a poco aparezca la imagen de un paisaje de la naturaleza. Invita a que suceda la experiencia de paz. Deja que ese lugar lo ocupe la presencia de tu alma abierta al perdón y permite que la energía psíquica de una persona con la que tienes o tuviste un conflicto aparezca. Lo demás, sucederá si te mantienes atento y curioso, si te dejas llevar.
Protege la experiencia del ego intelectual o crítico. También del juicio de los demás.
Deja que la leyenda sea en ti realidad. Buen viaje.