El árbol y el teléfono
Se dice que la ciencia ha destronado a la magia. ¿Lo ha hecho realmente?
Una anécdota viene a decirnos que sí... aunque sólo parcialmente. Esta fue referida por Jean Cocteau en su discurso de recepción
en la Universidad de Oxford. Aquí está:
“Mi amigo Pobers, catedrático de parapsicología de la universidad de Utrecht, fue enviado a las Antillas para estudiar los extraños fenómenos que ocurrían allá entre la gente pobre. Efectivamente, allí, cuando una mujer quiere comunicarse con sus familiares, su marido o su hijo, que han ido a la ciudad a hacer sus encargos, se dirige simplemente a un árbol... y el marido o el hijo le traen lo que ha pedido. Pobers asistió en varias ocasiones a este fenómeno, y finalmente se decidió a preguntarle a una campesina por qué se servía de un árbol para aquello. La campesina le miró unos instantes y luego respondió, con la mayor naturalidad del mundo:
-¿Que por qué me dirijo a un árbol? Pues, sencillamente, porque soy
pobre. Si fuera rica, tendría teléfono.”
¿Qué es entonces la magia?
La Magia es un camino tortuoso y muy resbaladizo. Un sendero lleno de trampas, desviaciones y callejones sin salida. En esta ruta podemos encontrarnos con infinidad de engaños. Aunque en primer lugar habría que diferenciar la magia espectáculo, de lo que podríamos llamar la verdadera Magia.
La única realmente conocida es la primera. Dentro de esta magia espectáculo conviven buena parte de la magia hechicera y de la adivinatoria. En su mayor parte suelen magias espectáculo y muchas veces las encontraremos disfrazadas con bellos ropajes esotéricos para que resulten más atrayentes.
Sin embargo la Magia, la verdadera, es otra cosa. No es nada ostentosa. Necesita de un preciso y delimitado ritual de iniciación. En el verdadero acto mágico el error puede ser peligroso. Por esa razón se intenta que no caiga en manos inexpertas y se mantenga viva solo a través de unos pocos Iniciados.
(Breve extracto de La Magia, antología del ocultismo. Editorial cíclope)