Dormir como acto revolucionario.
Una noticia positiva puede tener idéntico valor nutritivo que lo que comemos.
Es cierto que prestamos más atención a las malas noticias por estar predispuestos genéticamente y cerebralmente a todo lo que suponga una amenaza para nuestra supervivencia. Los medios de información lo saben y lo utilizan en su propio beneficio.
En una entrevista en la prensa he encontrado hoy este titular de Juan Antonio Madrid, un especialista del sueño:
“Dormir es el acto más revolucionario que podemos hacer por nuestra salud”
Este investigador plantea que deberíamos reflexionar sobre la importancia de ajustar nuestros relojes internos con los ciclos de la naturaleza.
Antes de la llegada de la luz eléctrica los ritmos de trabajo y descanso los establecía la salida y puesta del sol, algo que parece imposible en nuestra sociedad actual dominada por la luz artificial. Alerta de que hay estudios recientes que señalan que cuanto más iluminada está una ciudad más repercute a nivel negativo en la salud de sus habitantes.
También apunta en la entrevista que en siglo y medio hemos perdido entre sesenta y noventa minutos de sueño al día. Los horarios de verano oficiales, como el de España, que en verano difiere en dos horas con el solar provocan que nos vayamos a la cama muy tarde.
Dice que: “El sueño es tan importante como la alimentación o el ejercicio físico. O quizás más, porque podemos estar sin comer varios días, pero no sin dormir”
La sociedad competitiva en la que vivimos, producir y consumir son sus pilares, olvida que el sueño es la base de la salud.
Si dormir es el acto más revolucionario, ¿por qué no nos ponemos manos a la obra?