¿Distingues la mentira de la verdad?
Hay infinitos tipos de mentiras: la blanca, la piadosa, la honesta, la intencionada, el autoengaño, los rumores, la exageración, etc.
Dicen que la peor mentira es aquella que nos contamos a nosotros mismos y de tanto repetirla la acabamos creyendo.
No descartemos completamente que haya mentiras “útiles”, aquellas que conduzcan a un bien mayor.
Aceptemos que sembrar mentiras, en formato de rumores o exageraciones, supondrá que después tengamos que recogerlas multiplicadas.
Cuando nos preguntan ¿cómo te va la vida? la respuesta en el 99% de las ocasiones es bien. Es una mentira propia de “nuestra buena educación”.
Si al pagar utilizamos la mentira, las vueltas también llegarán en la misma moneda. Las mentiras de gran calado necesitan factura, pagos a plazos y enormes intereses.
Para dominar el lenguaje de la mentira hay que practicar mucho. Los actores necesitan saber mentir. Tanto los políticos, como otras muchas profesiones que admiramos, son otra modalidad de actores. ¡Todos somos actores!
Al final nunca es fácil distinguir la mentira de la verdad porque esta última a veces viene disfrazada de otra cosa.