En muchas ocasiones decimos que en nuestro interior habitan una multitud de personajes y cada uno de ellos tiene su particularidad. Su propia forma de ver y entender el mundo.
Probablemente seamos el resultado de las complejas interacciones entre ellos, de ahí que sea mejor que los conozcamos para intentar que trabajen en la misma dirección.
Deberíamos reflexionar un momento sobre este tema. Porque si no nos conocemos a nosotros mismos, ¿cómo pretendemos entrar en una relación de pareja (que a su vez es portadora de otros tantos personajes)?
Vamos a imaginar una obra de teatro en el que hay un director encargado de poner orden dentro de dicha multitud. Ahora podríamos llamar, uno a uno, a todos nuestros personajes al escenario. ¡Recordando que a todos los llevamos dentro!
-Director de la obra, personaje principal.
-La niña o el niño interior.
-Nuestro periodista o comunicador.
-Nuestra capacidad de disfrutar de la vida: la belleza…
-Nuestro guerrero interior o la capacidad de hacernos valer
-El optimista
-El pesimista
-Los personajes de otro nivel (De los que hablamos ayer)
En un artículo anterior (Nombrar a nuestros personajes interiores) bautizamos a algunos de ellos y dijimos alguna cosa sobre el director.
Resulta posible pensar que una clave importante sea el equilibrio entre todos ellos. En este trabajo, al igual que sucede en los cuentos, deberemos descubrir nuestros aliados y nuestros enemigos. Es importante conocer las propias fuerzas saboteadoras internas para evitar echarle la culpa de nuestros fracasos a alguien exterior.
Comencemos por un pequeño paso en el camino del autoconocimiento, aunque no sea fácil. Vamos a profundizar algo más en el personaje principal, el que lleva la luz y alrededor del cual se mueven todos los demás.
Esta energía tiene que ver con la voluntad, vitalidad y poder personal. Hay que aprender a usarla… porque cuando está fuera de control la veremos vestida con sus peores disfraces: el narcisista, el exhibicionista, el orgulloso, el egoísta…
Esta energía puede mostrarse en distintos escenarios y estar conectada de distintas maneras al resto. Las conexiones son como el cableado de una instalación: puede ser fluido o tenso. Seamos conscientes de dichas conexiones para usarlas siempre en nuestro propio beneficio, evitando que sean ellas las que nos utilicen.
Este director, en función del escenario en el que esté ubicado desarrollará: la imagen personal, las necesidades, la comunicación con el entorno cercano, las raíces, la diversión, el cumplimiento, los otros, las necesidades de los otros… y un largo etc.
Intenta entrar en contacto con esta energía y pregúntate qué estás haciendo con ella, porque tiene mucho que ver con lo que algunos llaman tu propia “finalidad”. (Aquello que mejor se te da, que más te gusta, o con lo que mejor sintonizas en esta existencia)
Investiga por tu cuenta porque nadie lo hará por ti.