Al parecer, según afirman muchos maestros, los libros contienen energía. Probablemente todos coincidiremos en que al leerlos van a transmitirnos cierta información. Sin embargo lo importante ocurre cuando llega hasta nosotros un libro concreto en el momento preciso. Bajo esas circunstancias, casi mágicas, una sola frase de ese libro tan especial puede tener la capacidad de cambiar algo en nuestro interior.
La lectura indiscriminada la mayoría de las veces tiene escasos beneficios. El motivo es que se trata de una información que no tiene en cuenta la persona a la que va dirigida, ni el momento vital en la que se encuentra. Es decir, cuando la lectura solo es capaz de transmitir información sin más, podremos constatar con bastante seguridad que no va a resultarnos de mucha utilidad.
Difícilmente encontraremos un libro que esté escrito para todo el mundo porque no todos podemos responder a los mismos estímulos. De ahí la afirmación de que un libro se convierte en algo valioso cuando tras su lectura, la información allí contenida es capaz de provocar en nosotros cierto cambio de conciencia.
El libro parece funcionar como un pozo. La metáfora de un pozo que se va secando resulta extraña aplicada a los libros, pero simplemente significa que el libro en cuestión pasado un tiempo ya no despierta en nosotros aquel interés inicial. En el fondo somos como buscadores de pozos (libros) aunque en ocasiones tendremos que dejar que esos “pozos” nos encuentren…
Tal vez ese libro que nadie nos recomendó y encontramos por casualidad contenga en este momento un poderoso y útil mensaje para nosotros.