Hubo un día en el que tal vez decidimos “jubilar” al niño que llevamos dentro sin saber que era algo imposible. Nuestro niño interior vivirá hasta el último día de nuestra existencia y la prueba palpable es que incluso hoy, cuando algunos ya tenemos canas, se resiste a dejar de jugar …
Al adolescente, con sus crisis infinitas y dramáticas, probablemente también intentamos jubilarlo en su día. Tal vez hartos de sus frecuentes arranques temperamentales que nos perjudicaban, o dejaban en evidencia. Pero tampoco pudimos jubilarlo. Si le prestamos algo de atención descubriremos que sigue manteniendo su lucha dramática por alguna causa perdida…
Con seguridad no sabríamos decir en que momento nos jubilamos de nuestra juventud para iniciar lo que pretendíamos que fuera una adultez productiva. Sin embargo cuando nos relajamos un poco esa “loca juventud” sigue en ebullición dentro de nosotros, sobre todo si tenemos la precaución de no obsesionarnos con la imagen que nos devuelve el espejo…
Llegará el día en que la sociedad diga (o imponga) la “jubilación” a nuestro adulto, indicándole que debe pasar a la reserva. En el mejor de los casos nos prometerán una vida liberada de la esclavitud del trabajo y con la capacidad de autogestión del tiempo. Y entonces, a pesar de esas maravillosas promesas, es probable que descubramos lo difícil que es jubilarnos de lo que nos gusta hacer…
Y por qué no hablar de nuestro anciano interior. Vivimos en una sociedad que aparta y muchas veces desprecia a la gente mayor. Pero a pesar de las dificultades son muchos los que se resisten a ser jubilados antes de tiempo y mantienen su voz (y su sabiduría) hasta el último día…
Aclaremos que nuestros personajes internos son distintos. Los puntos de crisis (entendidos como crecimiento) variarán enormemente porque somos seres individuales. Las crisis, siempre que no superen un umbral excesivo, sirven para que cuestionemos determinadas situaciones que ya no nos convienen.
A estas alturas del relato ya nos habremos dado cuenta de resulta imposible jubilar a ninguno de los múltiples personajes que nos habitan. Viven en nuestro interior y por tanto somos la suma de todos ellos.
La vida es quien finalmente se encargará de jubilarnos…a su debido tiempo.