En algunas ocasiones es posible añorar los viejos tiempos, pero la mayor parte de las veces resulta dudoso que -de poder- quisiéramos volver a ellos. La memoria es selectiva y puede hacer que recordemos lo bueno, tal vez bastante mejor de lo que era. Y también que hayamos dejado en el olvido lo no tan bueno, a pesar de lo mucho que avanzamos con las experiencias difíciles que nos tocaron vivir. En cualquier caso las continuas lecciones que la vida nos ofrece pueden servir de aprendizaje siempre que estemos dispuestos a ello.
No hay ninguna duda que los cambios generan incertidumbre y miedo. Pueden ser de lugar de residencia, de amistades, de trabajo, de pareja, etc. Parece claro que todas las etapas a su debido tiempo llegarán a su fin. Sin embargo, a pesar de ser conscientes, tratamos de “congelarnos” para evitar lo que tantas veces resulta inevitable.
Un ejemplo puede darse en aquel lugar de trabajo en el que estuvimos tantos años y donde además hicimos buenos amigos. No importa si al final nos fuimos poco a poco o de un portazo, lo cierto es que visto desde la perspectiva actual podemos comprender que aquello fue el cierre de un capítulo de nuestra vida, que a su vez permitió la apertura de una etapa diferente.
Otro cambio puede vivirse cuando dejamos nuestro primer automóvil con muchos kilómetros y estado lamentable en un desguace. Cerramos su puerta por última vez y nos alejamos siendo conscientes de toda la historia compartida que terminaba en aquel instante. A pesar de ese final, a continuación pudo llegar otro vehículo infinitamente mejor que además se ajustaba a nuestras nuevas circunstancias vitales.
Hay un cuento sufí que muestra que hasta que no nos deshacemos de nuestros viejos zapatos no llegan a nuestra vida otros nuevos. Es decir, primero tendremos que cerrar unas puertas para después poder abrir otras.
Todo esto parece estar señalando que hay muchas muertes antes de la muerte. Gestionar con habilidad estos cambios y fluir con ellos significa que sintonizamos con la vida. Y si estamos auténticamente conectados aprenderemos de cualquier circunstancia, también de las malas.
Estar “despiertos” puede ayudarnos.