Peter afirma que se puede aprender mucho de los viajes iniciáticos, es decir de aquellos que nos llevan directamente hacia una nueva etapa en la vida.
Estos viajes suelen ser físicos, aunque nada impide que puedan ser espirituales. En realidad son pruebas que la vida nos plantea en las que nos vemos forzados a seguir creciendo porque exigen cambios en nuestra perspectiva de la vida.
Hace tres décadas tuvo su primer viaje iniciático. Fue como un acto de psicomagia que realizó de forma completamente inconsciente. Pero mejor será que él lo explique con sus palabras:
“Un grupo de seis amigos viajamos de vacaciones a Chile. En el aeropuerto de Santiago nos estaba esperando un joven al que una de las chicas de nuestro grupo tenía que entregar unas botellas de licor que sus vecinos le habían pedido encarecidamente que llevara hasta la capital. El joven que nos esperaba en el aeropuerto para recoger esta entrega pareció muy sorprendido al vernos. En primer lugar nos condujo a nuestro hotel y después nos invitó a cenar en casa de sus padres, insistiendo en que debíamos ir sí o sí. Encontramos un trato exquisito por parte de toda la familia que supusimos se debía al tema de aquellas bebidas que no existían en el país.
El joven chileno se convirtió en guía de nuestros desplazamientos por la capital. Días después, en otra cena nos presentaron a varios de sus primos y los padres se ofrecían a diario como vehículo de apoyo en nuestros desplazamientos. Un fin de semana nos dejaron las llaves del piso que esta familia acomodada tenía en una importante ciudad costera y en otra ocasión visitamos otra de sus propiedades todavía más exclusiva. La amabilidad parecía no tener fin.
Pasados unos días seguimos viaje hacia el sur con la promesa de que volveríamos a Santiago y les haríamos una última visita antes de partir de vuelta hacia España.
Por supuesto, a nuestra vuelta a la Capital, nos esperaron con los brazos abiertos y con otra suculenta cena. En un momento de aquella última velada los padres del joven chileno con el que habíamos entablado una buena amistad me hicieron pasar a la cocina porque tenían un mensaje que deseaban compartir conmigo. Me dieron las gracias porque días antes de nuestra llegada habían perdido a uno de sus hijos en un accidente. Este chico tenía mi misma edad, mi mismo aspecto físico y lo que todavía resultaba más impresionante era que me comportaba exactamente como él.
Fue como un guiño del destino que permitió, en cierta manera, que estos padres pudieran despedirse de su hijo“.
PD: Se podría objetar, con razón, que yo no era su hijo. Sin embargo el inconsciente es capaz de aceptar la metáfora, por tanto mi presencia -al ser tan parecida a la de aquel hijo desaparecido- sirvió para que ellos pudieran iniciar el cierre del duro episodio que les tocó vivir.
PD2: Este acto no fue diseñado por ningún psicomago, fue fruto de unas circunstancias especiales y extrañas. Peter afirma que le sirvió para abrir su mente a posibilidades que no imaginaba que pudieran existir.
Los cuentos de Peter